Cuando una empresa educativa desploma su rentabilidad un 55% en un solo año: ¿casualidad… o síntoma de algo más profundo?
No es habitual —y desde luego no pasa desapercibido— que una empresa del sector educativo, caracterizado por su estabilidad y estacionalidad predecible, reduzca su rentabilidad de explotación más de un 55% de un ejercicio a otro. Esto es exactamente lo que ha ocurrido entre 2023 y 2024 en una conocida entidad del sector; y el dato, por sí solo, invita a levantar la ceja.
Porque cuando las ventas crecen, pero la rentabilidad se hunde, el problema no está en los ingresos, sino en lo que sucede por debajo del margen bruto: los gastos operativos.
Y ahí es donde empiezan las preguntas.
¿Qué puede explicar un descenso tan brusco en la rentabilidad?
1. Aumento repentino de gastos estructurales
Un centro educativo no cambia su estructura de un año para otro… a menos que algo muy grande se haya movido. Un incremento severo en partidas como:
- arrendamientos,
- servicios exteriores,
- mantenimiento,
- suministros,
puede comerse literalmente el margen operativo en cuestión de meses.
2. Cambios en decisiones de gestión
Cuando la dirección adopta decisiones que elevan gastos fijos sin una contrapartida clara —por ejemplo, asumir un alquiler más elevado, ampliar instalaciones o contratar servicios innecesariamente costosos— la cuenta de resultados lo refleja sin compasión.
3. Operaciones vinculadas mal planteadas
En algunas empresas aparece un factor que rara vez se comenta públicamente pero que afecta directamente a la rentabilidad:
cuando la sociedad paga gastos a una persona vinculada (por ejemplo, el alquiler del inmueble de un directivo), y ese gasto no está alineado con el valor de mercado.
Esto reduce artificialmente el beneficio de la empresa y aumenta artificialmente los ingresos personales del arrendador.
Es legal solo si se demuestra que el precio es de mercado.
Si no lo es, la Agencia Tributaria lo considera un ajuste automático.
¿Qué implicaciones tiene esto a nivel fiscal?
Aquí conviene ser muy claros.
Cuando una empresa paga un alquiler a una persona vinculada (administrador, socio, directivo…), la ley exige que el importe sea idéntico al que pagaría a un tercero independiente.
Si no:
- la empresa estaría deduciendo un gasto indebido en el Impuesto sobre Sociedades, reduciendo su base imponible;
- la persona física recibiría ingresos que no reflejan una operación real de mercado, con riesgo de regularización en su IRPF;
- y Hacienda puede exigir intereses, sanciones e incluso ajustes retroactivos durante los últimos ejercicios no prescritos.
Por eso, un descenso del EBITDA del 45–55% sin causas operativas claras es un indicio que la Inspección analiza con lupa, especialmente si coincide con un alquiler elevado o revisado recientemente.
¿Qué soluciones existen para evitar riesgos y recuperar la rentabilidad?
1. Revisar el contrato de alquiler con tasación independiente
Una valoración externa profesional es la herramienta más sólida para:
- justificar la deducibilidad del gasto,
- demostrar que el precio es de mercado,
- y evitar contingencias fiscales futuras.
2. Optimizar gastos operativos con auditoría de eficiencia
Las caídas abruptas de EBIT suelen esconder ineficiencias o decisiones de gasto poco meditadas.
Una auditoría operativa puede identificar:
- servicios prescindibles,
- duplicidades,
- contratos sobredimensionados,
- estructuras poco ajustadas a la actividad real.
3. Fortalecer la transparencia financiera
En organizaciones educativas —especialmente si tienen impacto comunitario— la confianza nace de:
- cuentas claras,
- explicaciones creíbles,
- y una gobernanza que evite conflictos de interés.
No es solo una cuestión fiscal: es reputacional.
Conclusión: una cifra tan extraña nunca es solo una cifra
Que una empresa educativa crezca en ingresos pero se hunda en rentabilidad no es normal.
No es un accidente contable.
No es un ciclo del mercado.
Y desde luego no es un simple despiste.
Es un síntoma.
Un síntoma de que algo se está gestionando de forma ineficiente, opaca, o ambos.
Un síntoma que puede tener implicaciones económicas, fiscales y reputacionales significativas.
Y un síntoma que, si no se aborda con rigor, puede deteriorar la salud financiera de la organización durante años.
En un momento en que la sostenibilidad del sector educativo depende cada vez más de la responsabilidad económica y de una gestión honesta, ignorar un desplome del 55% en la rentabilidad de explotación no es una opción.
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