¿Siempre es culpa de mi hijo?”: Cuando las etiquetas no nos dejan ver al niño
¿Sientes que el colegio ha puesto el foco sobre tu hijo y ya no ve nada más? ¿Te angustia pensar que le han colgado el cartel de "conflictivo" y que, haga lo que haga, siempre acaba siendo el señalado? ¿Has perdido el sueño pensando que no se le escucha, que se le juzga antes de preguntar y que estás sola defendiendo su inocencia frente a un sistema que parece sordo?
Si has respondido que sí, déjame decirte algo importante: tu dolor es real y tiene sentido. No hay nada que desvele más a una madre o a un padre que la sensación de injusticia hacia lo que más quiere.
A mi consulta llegan muchas familias, y especialmente madres, con el corazón en un puño. Vienen cargadas de testimonios de otras mamás que dicen: "Tu hijo no empezó", "Fulanito le provocó". Y, sin embargo, la nota en la agenda o la llamada del tutor siempre recae sobre el mismo.
Es lo que en pedagogía llamamos a veces el "Efecto Pigmalión negativo". Cuando a un niño se le etiqueta, esa etiqueta pesa como una losa. Si el entorno espera que se porte mal, el niño, por lealtad inconsciente a esa imagen o por pura desesperación, acaba cumpliendo la profecía. Y lo más triste es que dejamos de educar para empezar a "gestionar expedientes".
Pero cuidado. En mis 40 años pisando aulas y despachos, he aprendido que en un conflicto escolar la verdad casi nunca es blanca o negra. Sé que estás sufriendo, que no descansas, que la ansiedad te come por dentro. Pero atrincherarse en la defensa y declarar la guerra al colegio no suele ayudar a tu hijo. Al contrario, lo coloca en una tierra de nadie, entre la espada de la norma escolar y la pared de la protección materna.
El niño necesita que sus referentes (tú y sus maestros) se hablen. No necesitamos buscar culpables, sino soluciones. Si tu hijo reacciona mal ante provocaciones, necesita herramientas para gestionarlo, no solo que le digamos que "tiene razón". Y si el colegio se ha cegado con una etiqueta, necesita que le ayudemos a quitársela con mano izquierda y colaboración, no con ataques que cierran puertas.
La coherencia educativa nace de la calma. Tu hijo necesita, antes que nada, una madre que descanse y que transmita seguridad, no angustia.
Conclusiones y Plan de Acción
Para salir de este bucle de dolor y enfrentamiento, te propongo dar un paso atrás para coger impulso. Aquí tienes una pequeña hoja de ruta para recuperar la paz familiar y escolar:
* Cuídate para poder cuidar: Lo primero es tu salud mental. Si no duermes, pierdes la perspectiva. Tu hijo necesita ver en ti un refugio seguro y sereno, no un espejo de su propia ansiedad. Prioriza tu descanso.
* Objetiva los hechos: Escucha a tu hijo con el corazón, valídale ("entiendo que te duela"), pero mantén la prudencia sobre los hechos ("vamos a ver qué ha pasado"). No te quedes solo con los rumores de chat; busca la verdad completa.
* Construye puentes, no muros: Solicita una tutoría, pero no vayas a "reclamar", ve a "pedir ayuda". Una frase mágica es: "Estoy preocupada y triste porque veo que mi hijo sufre y que la convivencia no fluye. ¿Cómo podemos trabajar juntos para que él esté mejor?". Eso desarma cualquier defensa.
* Empodera a tu hijo: Más allá de si empezó él o no, enséñale a ser dueño de sus reacciones. La verdadera victoria no es que no le provoquen, sino que él sepa no entrar al trapo. Eso es madurar.
Termino con una frase que siempre me ha guiado cuando he tenido que mirar a los ojos a un alumno "etiquetado":
"Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es. Trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser."
Johann Wolfgang von Goethe

Comentarios