Introducción
En muchas instituciones educativas sucede lo mismo: se lanza un mensaje tras otro, cada quién comunica “a su manera”, los canales se saturan, las familias se sienten poco enteradas, y el alumnado no percibe con claridad lo que representa el colegio. No se trata de falta de ganas, sino de ausencia de estrategia, coordinación y coherencia.
En este artículo te muestro los errores más comunes en la comunicación escolar, cómo evitarlos… y por qué es esencial contar con un coordinador de comunicación que impulse y supervise mensajes que reflejen fielmente la identidad institucional del centro educativo.
Errores frecuentes en la comunicación escolar
- Ruido excesivo
Envíos múltiples por WhatsApp, correos interminables, circulares que nadie lee… Más información no significa mejor comunicación. Al contrario, cuando se aturde a la comunidad con mensajes, se pierde impacto.
Soluciones: fija periodicidad; clasifica los mensajes según tipo y urgencia; simplifica el lenguaje; limita los canales para lo que realmente cada uno aporta. - Falta de planificación / calendario comunicado
Cuando cada ciclo o proyecto decide sus tiempos sin coordinarse, todo se desordena. Múltiples mensajes que se pisan, eventos que coinciden, prioridades que se pierden.
Soluciones: un calendario de comunicaciones compartido; definir qué comunicaciones son institucionales, cuáles pedagogías, cuáles eventos; establecer plazos claros. - Comunicar afuera sin comunicar dentro
Que las familias vean anuncios en redes que el claustro desconoce; que los docentes se enteran de las decisiones por correo externo… Eso mina la confianza.
Soluciones: primero informar al equipo educativo; compartir internamente las publicaciones externas; asegurar que todos los agentes internos sepan qué mensaje se va a lanzar. - Uso inadecuado o dado por supuesto de los canales
No todos los públicos (padres, profesores, alumnos, etc.) usan los mismos medios ni responden igual. Enviar todo por un solo canal puede dejar invisibilizada información clave.
Soluciones: identificar los canales preferidos de cada audiencia; adaptar contenido y tono; evitar sobrecargar el mismo canal; utilizar soportes diversos. - No definir identidad comunicativa clara
¿Quién firma los mensajes? ¿Cuál es el tono de voz institucional? ¿Hay coherencia estética y gráfica? ¿Se usan los mismos colores, el logo, el estilo visual? Si todo parece hecho por alguien distinto, se pierde marca y sentido.
Soluciones: crear una guía de estilo comunicativa; plantillas establecidas; estándares gráficos; unificadores de tono; ejemplos concretos. - No escuchar ni evaluar
La comunicación no es un monólogo. Si no se recogen impresiones, si no se mide cómo se recibe lo que se dice, difícilmente se podrá mejorar.
Soluciones: encuestas breves; espacios para sugerencias; seguimiento de interacción en redes; reuniones de evaluación; reflexionar sobre lo que funciona y lo que no. - Silencio institucional
La falta de respuesta, la ausencia de comunicación ante problemas reales, dejan vacío: también comunican, pero mal. Un silencio se interpreta como desinterés, caos u omisión.
Soluciones: establecer tiempos de respuesta; prever comunicados aunque no haya solución definitiva; mantener presencia constante con transparencia.
La solución clave: nombrar un Coordinador de Comunicación Escolar
Para que estas buenas prácticas no se queden en buenas intenciones, es fundamental que haya una persona responsable que:
- Impulsar la estrategia de comunicación del centro, asegurándose de que los mensajes se alineen con la misión, visión y valores del centro educativo.
- Planificar y supervisar el calendario de comunicaciones: qué se comunica, cuándo, por qué canal, en qué formato, con qué periodicidad.
- Velar por la identidad institucional: que haya coherencia en el logo, los colores, la voz, el estilo, los soportes físicos y digitales; que cada mensaje “suene al centro”.
- Coordinar equipos: docentes, administrativos, responsables de redes sociales, dirección… para evitar duplicaciones, contradicciones o confusiones.
- Escuchar y evaluar: recoger feedback de familias, profesores y alumnos; analizar métricas de apertura de correo, participación, redes sociales; replantear estrategias si algo no funciona.
- Capacitar a los miembros del equipo en comunicación: capacitar en redacción clara, uso de canales digitales, uso de herramientas visuales, uso responsable de redes, etc.
Conclusión
La comunicación escolar no es un accesorio; es un pilar esencial de tu proyecto educativo. Cuando los mensajes están desordenados, mal dirigidos o no reflejan quiénes somos realmente como centro, pierden fuerza institucional, confianza y coherencia comunitaria. Pero con planificación, identidad clara y, sobre todo, un coordinador de comunicación comprometido, puedes transformar esa maraña de mensajes en una voz potente, cohesionada y que inspire.

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