En el corazón de nuestra fe católica está la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. La solemnidad del Corpus Christi —el Cuerpo y la Sangre del Señor— nos invita a adorar, a proclamar y a vivir este misterio. En el contexto de un colegio católico, organizar una procesión infantil del Corpus Christi no solo es un gesto piadoso, sino una oportunidad educativa, pastoral y profundamente formativa. Aquí te comparto cinco razones que lo justifican plenamente:
1. Educar en la fe desde la experiencia viva
La catequesis más eficaz es aquella que pasa por el corazón y los sentidos. Una procesión infantil permite a los niños ver, oír, oler (incienso y flores), cantar y caminar junto al Santísimo. Es una catequesis vivencial, donde el misterio no se explica solo con palabras, sino que se celebra con todo el ser. Así, el amor a la Eucaristía se arraiga con hondura en sus corazones.
2. Fomentar el sentido de adoración y reverencia
En un mundo acelerado y superficial, la adoración nos enseña a detenernos, a mirar con amor, a ponernos de rodillas. Al preparar una procesión, los niños aprenden lo que significa el respeto, el silencio, la belleza sagrada y la centralidad de Jesús en sus vidas. Ver al Señor elevado en la custodia, rodeado de cantos y flores, despierta en ellos un sentido profundo del misterio.
3. Unir colegio, familias y parroquia en torno a Jesús
La procesión del Corpus en el colegio puede ser ocasión para invitar a las familias, a la comunidad parroquial y a otros alumnos. Así se fortalece el tejido eclesial, mostrando que la Eucaristía es el centro que une a todos. También permite a los padres ver que la formación de sus hijos integra fe, razón y celebración, como pide la Iglesia.
4. Recuperar la tradición con pedagogía actual
Las procesiones del Corpus con los niños —con pétalos, ornamentos y cantos— son parte de una tradición entrañable que ha educado en la fe a generaciones. Lejos de ser algo anticuado, es un modo adaptado a la infancia de expresar solemnemente el amor al Santísimo. Con una preparación adecuada y explicaciones sencillas, la tradición se hace nueva y significativa.
5. Hacer visible la identidad católica del colegio
Organizar esta procesión no es un añadido decorativo, sino una manifestación explícita de la identidad católica del centro. En tiempos donde lo religioso tiende a ocultarse, dar visibilidad a la Eucaristía en medio del colegio es un testimonio valiente de fe. Los niños entenderán que Cristo no es alguien para ocultar, sino para llevar en procesión, con alegría y amor.
🙏 Conclusión
Una procesión infantil del Corpus Christi en el colegio no es solo un acto litúrgico: es una semilla de amor a la Eucaristía plantada en cada corazón. Como antiguo director de colegios católicos, afirmo con convicción que este gesto deja huella en el alma de los niños, despierta fe en los adultos y honra al Señor que se queda con nosotros “hasta el fin del mundo”.
“Dejad que los niños se acerquen a mí” (Mc 10,14). Que se acerquen también a Jesús Eucaristía, y que lo hagan con flores, cantos y corazones
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