La lucha por superar los problemas físicos producidos por el sobreesfuerzo de la prórroga tiene que ver con la fortaleza y responsabilidad. Los abrazos y confidencias de los dos entrenadores a sus jugadores al término del partido se asocia a la empatía y liderazgo. La tristeza de la derrota junto a las lagrimas de deportistas llenos de virilidad son un ejemplo de humildad y de acometer la tarea de volver a empezar por conseguir el sueño anhelado. El saludo de algunos triunfadores a los perdedores al final del partido son señal de vivir la virtud del compañerismo. Reconocer el apoyo de la afición y ofrecerle la copa es ser agradecidos, virtud que conviene practicar cada día más. Elogiar el trabajo del lider-entrenador es poseer el valor de la justicia. Manifestar orgullo por pertenecer al equipo es reconocer que el equipo es superior a las individualidades y poner en valor el sentido de pertenencia a un grupo por encima de intereses materiales. Hablar bien de los compañeros tiene que ver con la amistad profesional, medio eficaz para crear buen ambiente.
Aprendamos de los buenos ejemplos y dejemos a un lado lo negativo, que cualquier tonto puede describir con cierta facilidad.
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