Un Legado Imborrable: La Obra de mi Padre, Don Juan Fuster Zaragoza Crecí a la sombra de un gigante. No hablo de una figura imponente en estatura, sino de un hombre cuya grandeza residía en su inagotable vocación y su férrea voluntad de transformar el mundo a través de la educación. Ese hombre era mi padre, Don Juan Fuster Zaragoza. Como hijo primogénito, tuve el privilegio de ser testigo de primera mano de la gestación y el desarrollo de su gran obra: el Colegio Lope de Vega. Recuerdo con nitidez los años iniciales, cuando todo comenzó con una pequeña academia en la calle Ricardo. Allí, entre libros y pupitres, mi padre sembró la semilla de lo que luego se convertiría en un referente educativo no solo para Benidorm, sino para toda la región. Fui testigo de su incansable dedicación, de las largas horas de trabajo, de su preocupación constante por ofrecer una "educación integral" a los jóvenes. No se trataba solo de impartir conocimientos, sino de formar personas íntegras, ...