Ir al contenido principal

Gobernar en equipo: más allá de las reuniones y los cargos

 


Gobernar en equipo: más allá de las reuniones y los cargos

En la vida de un centro educativo, uno de los pilares menos visibles pero más decisivos es el modo en que se gobierna. No hablamos solo de quién firma las decisiones o coordina las reuniones, sino del espíritu con el que se lidera el colegio. Gobernar bien no es acumular funciones ni improvisar respuestas, sino caminar en equipo con visión clara, responsabilidad compartida y espíritu magnánimo.

Uno de los grandes riesgos en la dirección escolar es confundir el gobierno colegiado con una simple reunión de opiniones. En muchas instituciones se reúnen los equipos directivos, se hablan los temas del día, se anotan ideas en un acta… pero no se gobierna. Sin decisiones claras, sin seguimiento eficaz, sin unidad de criterio, el colegio se convierte en una barca sin timón. La colegialidad no es democracia de opiniones, es corresponsabilidad sobre los fines y medios del centro.

Un ejemplo realista: de la observación a la decisión

Pongamos un ejemplo: el comité directivo de un colegio constata que la puntualidad del profesorado ha descendido en los últimos meses. En lugar de limitarse a dejar constancia del hecho con una vaga frase tipo "habría que mejorar la puntualidad", el equipo decide estudiarlo a fondo. El responsable de organización recopila los datos reales de retrasos, se analizan las posibles causas (problemas de tráfico, falta de claridad en los horarios, falta de compromiso), y se propone una batería de medidas concretas: mejorar la comunicación de los turnos, establecer una supervisión diaria y reforzar el compromiso con la puntualidad en las tutorías.

El equipo asume las decisiones como propias, aunque no todos propusieron exactamente las mismas ideas, y se comprometen a hacer un seguimiento eficaz. Eso es gobernar en equipo.

Unidad, responsabilidad y mirada alta

Gobernar colegiadamente implica varias actitudes fundamentales: unidad con el director como cabeza del equipo, respeto por las competencias de cada uno, capacidad para estudiar a fondo los temas antes de opinar, y sobre todo, asumir como propia la decisión del conjunto. No se trata de que cada miembro actúe como un francotirador defendiendo su parcela, sino de remar todos en la misma dirección, incluso cuando el viento no sopla a favor.

Además, la magnanimidad y la paciencia son virtudes indispensables en todo gobierno escolar. Magnanimidad para mirar más allá del día a día y construir una institución que perdure; paciencia para saber que los frutos tardan en madurar y que las personas necesitan tiempo para crecer. En tiempos de dificultad, el ánimo sereno y la confianza en el equipo son más útiles que la prisa por resolver a toda costa.

El valor del silencio

Y, por supuesto, el silencio de oficio. Un directivo que habla más de la cuenta pierde autoridad y siembra desconfianza. Hay cosas que deben hablarse solo en el lugar y con las personas adecuadas. Callar, muchas veces, es servir mejor.

Conclusión

En definitiva, gobernar un centro educativo es una tarea noble y exigente. Supone formar personas, tomar decisiones, sostener la unidad, anticiparse a los problemas y actuar con sabiduría. Pero todo eso solo es posible si se gobierna en equipo, con orden, con visión y con altura de miras.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Como pensamos, sentimos y actuamos

   No son los acontecimientos, las cosas de nuestro entorno, las que nos afectan, sino la idea y la valoración que cada uno de nosotros hace de las cosas que le ocurren: nosotros tenemos la capacidad de perturbarnos a nosotros mismos a través de nuestros pensamientos. Ante una situación determinada, distintos actores o protagonistas del suceso reaccionan de forma distinta; ¿dónde radican las diferencias? Evidentemente, no el acontecimiento externo, sino en el punto de vista de los espectadores.

“El aprendizaje del esfuerzo”

Del mismo modo que la insistencia en el aprendizaje de los contenidos tiende a dejar en un segundo plano la formación de las actitudes y el dominio de los procedimientos, la valoración excesiva de la espontaneidad suele restarle importancia al valor del esfuerzo personal en el proceso educativo. En todas las etapas de la enseñanza, pero especialmente en la educación infantil, es necesario tener muy en cuenta que la capacidad de esforzarse también se aprende y que puede potenciarse si se emplean las estrategias adecuadas. Descrédito del esfuerzo Al igual que ha ocurrido con facultades humanas como la memoria o la voluntad, la disciplina y el esfuerzo personal también han padecido la minusvaloración e incluso el rechazo frontal por parte de ciertas tendencias pedagógicas muy en boga en tiempos recientes. Las reacciones frente al autoritarismo en la enseñanza, por un lado, y los corrosivos efectos de la mitificación de la espontaneidad, por otro, han desembocado no sólo en el rechazo de t...

Personalidad de la familia y desarrollo intelectual

No nacemos cual "tabula rasa". Nuestra mente no está en blanco. Nuestro cerebro "hereda" predisposiciones intelectuales y psicológicas, pero su desarrollo depende de las oportunidades que el ambiente les brinde. La personalidad se conforma en las relaciones interpersonales. Las relaciones más importantes son las familiares. El desarrollo intelectual está mucho más condicionado por la personalidad que ésta por la inteligencia. Por esta razón la gente inteligente no se libra de padecer trastornos psicológicos y a la inversa, muchos deficientes mentales tienen personalidades equilibradas. Cada miembro de una familia aporta al funcionamiento del grupo familiar los rasgos de su propia personalidad que pueden encajar, o no, con los del resto de los miembros. Se genera así una red de relaciones interpersonales con características propias a la que llamaremos "personalidad de la familia". El análisis de la personalidad de la familia se puede hacer desde múltiples p...