MOTIVAR.


La palabra motivación, derivada del latín “ motus “, igual que el vocablo emoción, designa en el lenguaje ordinario la raíz dinámica del comportamiento, esto es, aquellos factores o determinaciones internas, más que externas al sujeto, que desde dentro le incita a la acción.

El estudio de la motivación intenta explicar las causas psicológicas de la acción o la conducta. Los modelos motivacionales son intentos de explicar la conducta en general, así como su propositividad, las diferencias individuales en la elección de actividades y la intensidad y persistencia del esfuerzo empleado. A lo largo de la historia de la psicología estos modelos han interpretado los determinantes de la conducta desde planteamientos distintos, por lo que sus conclusiones son muy diversas.

Para unos modelos, la conducta refleja la dinámica de los sistemas de energía interna, los instintos de McDougall, que en cierto modo recogía las ideas tradicionales sobre el tema, un instinto era efectivamente una disposición innata que impulsaba al individuo a conducirse de una forma prefijada, dirigiendo se atención hacia objetos de una cierta clase, suscitando en él reacciones emocionales apropiadas a la percepción correspondiente, e instigándole finalmente a obrar en consecuencia, para otros modelos el impulso institual de Freud, ya superado o los impulsos e incentivos de Hull.

Los trabajos más recientes, en el ámbito de la psicología cognitiva, se han centrado básicamente en el análisis de conducta de logro ( McClelland y Atkinson ), relacionándola con conceptos atribucionales ( Wiener ), o con el lugar de control y las expectativas generalizadas ( Rotter ).

Una contribución importante de la nueva psicología de la motivación consistió en la separación de dos aspectos que en la psicología del instinto iban confusamente unidos. A saber, los componentes energéticos y los direccionales. A cargo de los primeros correría la activación o impulsión de la conducta, los segundos regularían su orientación hacia metas variables. La articulación de ambos, impulso y hábito, dotaría, como así ha sido, de una mayor fluidez a la rígida psicología de los instintos. Al realizar esta tarea, hubo quien tematizó también las motivaciones en demasía, por ejemplo Murray, mientras otros como Freud, operaron a veces con una sola pulsión básica muy indeterminada, susceptible de las más variadas transformaciones. Ninguna de las teorías proporciona la solución a todos los problemas motivacionales que el maestro se puede encontrar en su actividad instruccional, pero cada una hace aportaciones importantes, por lo que desde la perspectiva práctica de la educación es conveniente que el maestro tenga un conocimiento de ellas.

CONCLUSIONES PEDAGÓGICAS

Resulta de gran utilidad para el profesor saber cuáles son los intereses o motivos predominantes en el educando en tanto persona. Sin embargo, no existe unanimidad en las diversas clasificaciones de motivos propuestos por los expertos. En este sentido, podrían considerarse Tres Tipos de teorías clasificatorias, que a mi entender reúnen las ideas más importantes:

Hay quienes reducen los motivos a uno solo. El caso más claro es del psicoanálisis de Freud, para quien todos los impulsos brotan de lo que él considera como única fuente de energía, la libido, de donde surgen las más complejas relaciones y motivaciones. No corresponde ahora realizar una crítica a su doctrina claramente analizada ya por prestigiosos autores. Sólo puede añadirse el respecto que, de acuerdo con dichos análisis, la teoría psicoanalítica freudiana de la motivación no presenta bases aceptables, hoy.

Otros autores han entendido a multiplicar indefinidamente los motivos, elaborando listas en forma de catálogos e inventarios. Señala ALLPORT cómo un autor, y descubre que entre todos estos autores han dado nombre a catorce mil motivos. Ello es fruto de considerar las acciones humanas sin L.L BERNARD, en uno de sus libros revisa la literatura psicológica sobre el tema conexión entre sí, en cuanto a los motores que las generan, lo cual no es admitido en la actualidad por los psicólogos más prestigiosos.

Finalmente, una tercera tendencia es la de aquellos que señalan un número más o menos reducido de motivos, pero concediendo a éstos cierta flexibilidad, de forma que a través de ellos podemos explicarnos los variadísimos modos de conducta motivada. Esta tendencia es compartida hoy por los autores más expertos.

En este sentido merece la pena considerar lo que el profesor García Hoz entiende como necesidades profundas de la persona. Necesidades estas que son analizadas no sólo desde una perspectiva puramente experimental, sino sobre todo, bajo una seria visión crítica del hombre. “ Si desde el punto de vista de la formación cultural en la educación personalizada el alumno es considerado como un sujeto capaz de recibir estímulos docentes y también de descubrir desde el punto de vista de la formación moral se entiende como un sujeto cuya actividad responde a la exigencia de necesidades profundas que deben ser satisfechas “ ( García Hoz, 1992 ).

Por otra parte, los modelos de la motivación constituyen elementos, factores o circunstancias que despiertan en el alumno algún motivo. Estos modelos, que son como manantiales desde donde pueden surgir fuerzas de comportamiento, se confunden usualmente con las temáticas, por lo mismo que éstas tienen que afirmarse en aquellas.

Así, toda técnica de motivación procura aprovechar las posibilidades energéticas de las fuentes, para indicar y orientar los esfuerzos del alumno en el aprendizaje.

Además de esto, se ha de tener en cuenta una serie de acciones por parte del profesor, que resumimos a continuación:

- Tratar de hacer la materia lo más interesante posible, proporcionando incentivos para aprender.

- Realizase un esfuerzo sistemático por estimular o conservar el interés.

- Explicar sobre la recompensa atrasada, usar las técnicas de modificación de conducta para estimular la perseverancia y proporcionar metas a corto plazo.

- Especificar los objetivos y tratar de hacer que la falta de esfuerzo resulte poco atractiva.

- Expresar los objetivos instructivos, específicos, explicar cómo pueden cumplirse éstos y cuáles serán las recompensas.

- Exhortar al alumno a seleccionar metas a corto plazo, y pensar en metas a largo plazo.

- Ofrecer ayuda individual a los alumnos menos capaces, más tiempo para terminar las tareas e intentar diferentes tipos de instrucción.

- Poner de relieve que el aprendizaje puede ser placentero, que salir bien en la escuela ofrece oportunidades.

- Verificar la escala de experiencias, proporcionar la información antecedente necesaria.

- Hacer que las experiencias en el aula sean lo más positivas que sea posible, asegúrese de que el reforzamiento ocurra con frecuencia.

- Tratar de ser una persona simpática y sensible, de tal manera que el alumno pueda construir asociaciones positivas.

- No admitir comparaciones entre los alumnos, ayudar a que se superen a sí mismos.

- Demostrar al estudiante que el profesor responde positivamente, que el alumno es digno de estimación...etc.



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